Negra, como la camiseta debutante. Así fue la noche para la gente de TIGRE, que recordó los tiempos gloriosos y se terminó chocando de frente contra una realidad desconcertante. En cancha hubo dos equipos, uno que sabe a lo que juega y otro al que no se le cae una idea. Difícil.
La propuesta del rival fue simple y directa. Con tres o cuatro toques generaron peligro en el área y lastimaron. TIGRE fue y es muy rebuscado a la hora de hilvanar jugadas de riesgo. Se mueve con un manual de instrucciones debajo del brazo y los jugadores nunca se rebelan.
Dentro del campo el grupo está partido en pedazos. Delanteros aislados a los que no les llega la pelota con claridad. Un mediocampo que no se hace cargo a la hora de recuperar y generar. Una defensa inestable y un arquero que te salva de la humillación. Así está hoy el Matador.
TIGRE sigue cayendo en la excusa de elogiar y adular al «villano» de turno, cuando habría que mirar un poco más para adentro y realizar una autocrítica profunda. El fútbol es 11 vs 11, y la diferencia la haces con un plantel bien armado y no con un manojo de individualidades.
El duelo ante los venezolanos es el más importante del semestre y es el que define el futuro a corto plazo. Todos los cañones deben apuntar al certamen internacional y su prestigio. Ya habrá tiempo de pensar en la visita a Vicente López y en ese partido que todos quieren ganar.