TIGRE tiene doble rostro. Ambicioso y con caracter en los primeros capítulos, con ganas de proponer y llevarse puesto al mundo. Pálido y oscuro en la segunda parte. Entregando el fútbol, cediendo terreno y regalando las espaldas en defensa a un rival que lo aprovechó al 100%.
Tratando de entender la lectura del DT, pareciera ser una cuestión más anímica que física. Si fuera cansancio, no se guardaría los cambios hasta el anochecer del partido. El Matador sufre un bajón evidente cuando, después de tanto generar, se va en cero al vestuario.
Sao Paulo captó a la perfección como capitalizar los 90′ minutos y con paciencia fue explotando el punto débil de TIGRE. Con jugadores rápidos en ofensiva, forzó el error de la última línea y castigó sin titubear. El Matador deberá matarse para dar vuelta este mal arranque.
No hay tiempo de suturar heridas. La Copa es hermosa y la envidia de los que la miran por televisión, pero te obliga a ajustar el calendario. Ya hay que pensar en el torneo local, donde TIGRE necesita seguir sumando. Abril es un mes a pura competencia y está prohibido pestañear.
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